La historia de la Antártida es verdaderamente fascinante y digna de estudio. Las dificilísimas condiciones de navegación en las gélidas aguas del océano Antártico, repletas de peligros como las cadenas de icebergs o las borrascas hicieron tremendamente arriesgado el desembarco en esta tierra de hielo, y las temperaturas glaciales (Se han llegado a contar temperaturas de hasta -89 º, mientras que la supervivencia humana depende de que nuestra temperatura corporal no descienda de 35º. Una persona con ropa de abrigo especial puede soportar un mínimo de -35º) convirtieron la idea en establecer colonias humanas allí un absoluto disparate. No sería hasta finales del siglo XIX cuando las primeras expediciones se aventurasen a explorar la Antártida buscando el polo sur geográfico, tomando la delantera países como Alemania, Bélgica, Gran Bretaña y Suecia.
Para la historia quedó la heroica carrera para alcanzar el polo sur entre el explorador noruego Roald Amudsen y el británico Robert F. Scott. Ambas expediciones sirvieron para descubrir nuevas rutas de acceso al interior de la Antártida, favoreciendo el desarrollo de posteriores investigaciones en la isla.
En el año 1959 se firmó el "tratado de la Antártida" por el cual este territorio tendría soberanía internacional, no pudiendo un estado erigirse como poseedor del mismo. Asimismo, se protegería la delicada biodiversidad del mismo, no pudiendo realizar pruebas que lo contaminasen. Diversas naciones del mundo, principalmente de Europa y América empezaron a establecer bases científicas en el territorio, siendo la más importante la estación Admussen- Scott de EE.UU situada en el punto más cercano al interior de la isla. Actualmente la Antártida acoge 30 campamentos científicos de 30 países diferentes (España posee 2) situados en su mayoría en las costas noroccidentales del continente.